miércoles, 4 de diciembre de 2013

4 de Diciembre: Nacimiento del Dramaturgo: Carlos Augusto Salaverry

Nació el 4 de Diciembre de 1930 en la hacienda “ La Solana ” jurisdicción del hoy distrito de Lancones en la provincia de Sullana.

Fue hijo del caudillo militar y presidente del Perú, Don Felipe Santiago Salaverry y Doña Vicenta Ramirez, natural de estos lugares.

Carlos Augusto tuvo un destino muy azaroso y turbulento. Arrancado del seno materno desde los tres años por su padre, fue entregado a Doña Juana Pérez e Infantes esposa del caudillo para que velara por su infancia y educación. Poco pudo hacer esta mujer por el futuro poeta que finalmente, a la muerte de su esposo, fusilado el 7 de Febrero de 1836 luego de ser derrotado en la batalla de Socabaya, tuvo que huir a Chile en busca de asilo

Pasado el vendaval de las pasiones Doña Juana regresa ala Perú con sus hijos Alejandro y Carlos, ingresando este como caballero cadete del ejército bajo la protección del General Castilla y ahí en su cuartel brota esa pasión secreta del alma volcada desordenadamente en el papel que muchas veces ocultaba considerándolo de poco, hasta que gracias a un compañero de cuartel, el oficial Trinidad Fernández, quien ya tenia publicaciones en diferentes diarios, nuestro poeta publica sus primeros versos en “El Heraldo” con las iníciales invertidas de Carlos Augusto.

Dos mujeres constituyen su fuente inagotable de inspiración. Ellas fueron: Mercedes Felices e Ismena Torres.

Salaverry participó en el levantamiento de Mariano Ignacio Prado, en el Combate del 2 de Mayo de 1866. Viajó a Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Italia, en Europa fue atacado por la parálisis.

Murió en París en 1891 sus restos fueron repatriados al Departamento de Piura en 1964 y su tumba se encuentra en el Cementerio “San José” de Sullana

En cuanto a su trayectoria militar política, se puede anotar que en 1853 era teniente. En 1855 era capitán cuando el coronel Manuel Ignacio Prado se sublevó en 1865 en Arequípa contra el tratado Vivanco Pareja, contó con la adhesión del sargento mayor Carlos Augusto Salaverry, el cual participó el año siguiente en el combate "Dos de Mayo" luego secundó a Balta contra el coronel Prado en la rebelión de Chiclayo. En 1867 y en 1869 es nombrado secretario de le­gación lo que le permitió recorrer Estados Unidos, Inglaterra, Francia e Italia su residencia habitual fue París y ahí estaba cuando el presidente Manuel Pardo suprime el cargo y Carlos Augus­to quedo en 1872 en la ciudad luz sin medios de subsistencia. Sin embargo continuaba en Fran­cia en medio de la miseria queriendo en ciertos momentos suicidarse; hasta que en 1878 retor­no al Perú. Al estallar la guerra con Chile secun­dó al presidente Garcia Calderón en 1881, pero en 1883 retorna a Paris en donde contrae matri­monio con Ismena. Es una etapa feliz pero breve de su vida. Recorre Italia, Suiza y Alemania. Eso era en 1885 y casi al terminó del viaje aparecen los síntomas de la parálisis que seis años más tarde lo llevaría a la tumba.
Ismena Torres una de las más grandes obsesiones de su vida, y que sin duda fue una fuente constante de versos llenos de pasión Y felices unos y con una profunda dosis de amargura otros, le inspiró el siguiente soneto:

A UN RETRATO

"¡Sombra inmóvil!" Te miro a todas horas;
y nunca a verme tu semblante giras;
cuando suspiro yo, tu no suspiras
cuando mis penas lloro, tú no lloras!

A veces, con las galas seductoras
de pureza y candor, mi musa inspiras;
más luego, al contemplar que no me miras,
rompo la cuerdas de laud sonoras!

Si amor que nada pide, nada espera,
hacer pudiese a tu virtud agravios,
perdón pidiera a tu beldad, de hinojos;

y cuando esta ilusión conmigo muere,
tendré un suspiro de tus dulces labios
o alguna perla de tus bellos ojos!"
Minado su cuerpo por una parálisis aguda, lentamente se extingue su existencia, falleciendo el 9 de abril de 1891 en París. Sus restos fueron repatriados en l964 reposando en el cementerio “San José” de Sullana, donde el escultor Agurto, por encargo del diputado Luis Carnero Checa, construyó un mausoleo.
Yo quiero que murmuren mis cantares
sobre mi tumba un lánguido rumor,
como deja en el seno de los mares,
su murmullo la ola que pasó.

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