Después del tiroteo, el papa Juan
Pablo II pidió a la gente «rezar por mi hermano [Ağca], al cual he perdonado
sinceramente.» En 1983, Ağca y él
se vieron y hablaron en privado, en la prisión donde Ağca estaba preso. Ağca
besó el anillo del papa cuando terminó su encuentro. Asimismo, el papa estuvo en contacto
con la familia de Ağca a lo largo de los años: conoció a su madre en 1987 y a
su hermano una década después.
Aunque Ağca había dicho: «para mí [el papa] es la encarnación de
todo lo capitalista» y había intentado asesinarlo, llegó a trabar amistad con
el pontífice. En abril de 2005, durante la enfermedad del papa, Ağca rezaba
desde su cárcel en Estambul por la mejoría de Juan Pablo II. Cuando el papa murió, Ağca declaró
estar de luto: «He perdido al papa, mi hermano espiritual. Me sumo al duelo de
mi pueblo cristiano católico» afirmó en un texto distribuido por su abogado.
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